8 de septiembre 2023
Romanos 8:16 “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”
El Espíritu Santo en nosotros, comienza con un plan perfecto de Dios que en su Soberanía envió a su Hijo Jesucristo para que el mundo sea salvo por Él, quien vivía de tal manera que debía reflejar a su Padre en él. Cuando su entrega en la cruz es consumada, tiene que volver al Padre, pero no dejando sola a su iglesia, sino que deja al Espíritu Santo para compañía y poder y, así Jesús sería reflejado en todo aquel que reciba al Espíritu Santo.
“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo” (Hechos 1:8).
Ese poder se manifiesta en la maravillosa seguridad que invade la vida de aquel que recibió a Jesucristo en el corazón; es la manifestación del Espíritu Santo que se expresa en la vida influyendo de manera distinta en la toma de decisiones. Él nos motiva a tener una vida más genuina. Es precisamente esta seguridad que invade la vida del pecador que recibió a Jesús en su corazón: el perdón de los pecados y que a la vez recibió el Espíritu Santo, Él es quien da fe que somos descendencia de Dios, nos da la certeza para que podamos dar testimonio no sólo con nuestras palabras sino con nuestra práctica de fe, de los maravillosos beneficios y deberes que hemos recibido al ser adoptados como hijos de Dios.
Debemos recordar que el Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad; Él no es un objeto lejano o una presencia que no se pueda percibir, Él es alguien que fácilmente puede ser identificado, alguien con quien podemos relacionarnos, siendo que es Dios que tiene la naturaleza divina, y características propias de una persona, no nos fuerza, nos trata con “benignidad”, Él puede ser contristado pues es manso y apacible.
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la resurrección”(Efesios 4:30).
Permita el Señor que su Espíritu nos guíe a “Crear Puentes”, de seguridad, certeza y convicción con su ayuda en el testimonio de vida.
REFLEXIÓN
El Espíritu Santo es una persona sin igual que tiene un propósito divino. Él ha sido enviado para cumplir la voluntad del Padre. Su obra es exaltar y glorificar a Cristo Jesús.
Sean muy bendecidos. (Aarón Sánchez)
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